martes, 28 de julio de 2009

Investigar en la sociedad de la información

ensayo
Raúl Trejo Delarbre

marzo 2009
Raúl Trejo Delarbre

La sociedad de la información es el contexto indispensable en el examen de las nuevas tecnologías de la comunicación pero, al mismo tiempo, es objeto de estudio en sí misma. Igual que en otros casos en las ciencias sociales, los investigadores de estos temas tenemos la oportunidad, pero también el desafío, de analizar el entorno que las determina lo mismo que las innovaciones comunicacionales y sus efectos específicos, los cuales son posibles gracias a la imbricación de los contenidos digitalizados con las telecomunicaciones.

El entorno constituido por la sociedad de la información ha propiciado reflexiones fundamentales, y a veces fundacionales, que toman en cuenta elementos como la globalización económica y cultural, la propagación instantánea y abrumadora de abundantes contenidos, la irradiación de datos y experiencias consustancial a Internet y las dificultades que se mantienen en amplias zonas del mundo para conectarse regularmente a ella.

A la sociedad de la información se le ha idealizado lo mismo que denostado. El debate acerca de los intereses y consecuencias que hay detrás y por efecto de ella ha sido tan crispado como, a menudo, esquemático. Los enfoques integrado y apocalíptico, ampliamente conocidos cuan frecuentemente esgrimidos en estas discusiones, han vitoreado de manera prematura, lo mismo que descalificado irreflexivamente, la existencia misma de la sociedad de la información. Cuando nos hemos limitado a ensalzarla, o a estigmatizarla, hemos incurrido en alguno de los más frecuentes síndromes que conducen a perspectivas parciales e insuficientes en las ciencias sociales. Mirar únicamente a la sociedad de la información como asunto general equivale a prestar atención sólo al bosque, desdeñando la complejidad, las ramificaciones e incluso los senderos contradictorios constituidos por los muchos árboles que la pueblan. De la misma manera, ocuparnos únicamente de uno o varios de esos árboles sin tomar en cuenta el bosque en donde surgen, se expanden, encuentran sentido y se convierten en fenómenos sociales y culturales, implica renunciar a reconocer el contexto que los hace posibles.

Para dejarnos de metáforas botánicas, vale decir que entender a la sociedad de la información de hoy en día requiere comprender su contexto y estar al tanto de temas como las viejas y las nuevas opciones de producción audiovisual, los mecanismos de propagación digital que modifican el sentido original de la radio e incluso de la prensa, la expansión de Internet y las formas de apropiación que la gente ejerce respecto de ella, el surgimiento o la extensión de códigos culturales que se pregonan en el chat o en los blogs y que son parte del sustento de nuevas formas de socialización, el intenso y hasta hace poco impredecible desarrollo de la telefonía móvil y las maneras como está modulando y afectando a la interacción entre los individuos, la asimilación de las industrias de la información digital a extensos pero concentrados grupos comunicacionales... Hablar de la sociedad de la información puede convertirse en un enorme y reiterado cliché si no dotamos de contenido a esas reflexiones.

Diez rasgos en la investigación
1. Un primer problema con el que tropezamos cuando queremos hacer diagnósticos lo mismo panorámicos que segmentados de la sociedad de la información, es la rapidez con que cambian algunas de sus principales manifestaciones. La velocidad misma, tanto para la transmisión de mensajes como en la irradiación de los nuevos dispositivos tecnológicos, es uno de los rasgos de la sociedad de la información. Ese atributo se convierte en dificultad cuando tratamos de registrar las mutaciones del nuevo entorno tecnológico y social.

2. Con frecuencia, en segundo lugar, más que análisis de estas nuevas tecnologías hacemos apenas la crónica de su desarrollo, obligándonos siempre a fragmentar su circunstancia y efectos para poder ocuparnos de ella. Somos o queremos ser o tenemos que ser a la vez investigadores y protagonistas de ese desarrollo. Cuando estudiamos los usos de la red de redes, los efectos del teléfono móvil o las implicaciones de los dispositivos de reproducción audiovisual con formatos mp3, nuestra experiencia personal se sobrepone inevitablemente al examen de esas nuevas tecnologías.

3. Un tercer desafío se encuentra en la costumbre de abandonarnos a la seducción que siempre impone la reflexión conceptual o circunscribirnos a reproducir la gracia del dato duro. La tirantez entre especulación metodológica e información empírica, se presenta con frecuencia en las ciencias sociales y especialmente en el estudio de los medios. A veces nos asombramos tanto con el descubrimiento personal de nuevas utilerías tecnológicas y sus apropiaciones sociales que, a cada innovación, creemos que nos encontramos ante cambios drásticos o definitorios de nuevos efectos o conductas. Entre quienes observamos estos temas es frecuente la costumbre de querer encontrar, a cada momento, transformaciones substanciales o parteaguas históricos. En el otro extremo, tenemos a nuestra disposición tantos y a veces tan contradictorios datos acerca de estas nuevas tecnologías que a veces, abrumados en ellos, nos limitamos a glosar cifras y a remachar en ellas sin ceñirlas a un contexto analítico y crítico.

4. En cuarto lugar, y ésta no debiera ser queja sino fuente de exigencias, tenemos una producción intelectual tan constante y abundante acerca de temas como los mencionados que resulta prácticamente imposible estar al tanto de toda ella. En todo el mundo los estudiosos de la comunicación, pero también cada vez más los profesionales de otras disciplinas, se interesan por la sociedad de la información y los asuntos correlativos a ella aunque no siempre los reconozcan con las mismas denominaciones. Y tan sólo en el campo de quienes nos asumimos como estudiosos de la comunicación, hay una bibliografía y una proliferación de otros productos académicos tan variada (tesis, papers, artículos en revistas, ensayos en libros colectivos y ahora documentos en sitios web) que, por lo general, apenas si acertamos a estar al tanto de lo que se hace en unas cuantos países o solamente en algunas universidades.


Foto: www.kapta.com.mx

5. Esa abundancia de textos académicos, en quinto lugar, no significa que, por lo general, existan corrientes analíticas claramente diferenciadas ni que en todos los casos atiendan a metodologías únicas. Sería exagerado considerar que tenemos marcos teóricos del todo precisos para el estudio de la sociedad de la información. La novedad de estas indagaciones, lo mismo que las mutaciones que experimentan los nuevos medios y sus efectos, dificultan la adaptación al examen de la sociedad de la información de enfoques como los que se originan en el funcionalismo, la economía política, el análisis del discurso o los estudios culturales, entre algunas vertientes de la reflexión que ha prosperado en otras áreas de la comunicación. Sin duda hay tendencias y preferencias a las que de manera franca o implícitamente se adscribe cada investigador. Pero este campo es tan reciente que, a excepción de enfoques polares como los que antes comentábamos, aun están por conformarse escuelas de pensamiento expresamente diferenciadas en la búsqueda de explicaciones y para la comprensión prospectiva de los nuevos medios y sus variadas implicaciones.

6. El estudio de la sociedad de la información, en sexto término pero esta es una de sus exigencias primordiales, tiene que ser multidisciplinario e incluso, como cada vez resulta más posible, transdisciplinario. Quienes hace algunos años nos acercamos al estudio de la comunicación desde la sociología, la antropología, o la filosofía, por mencionar sólo algunas de las formaciones disciplinarias de quienes estamos involucrados en estas tareas, con frecuencia tenemos que ampliar el diafragma de nuestras lentes analíticas para tomar en cuenta elementos de la economía, la historia, el derecho, o incluso de especialidades como las ingenierías y la cibernética. Hemos tenido que confirmar, en ese desarrollo, la maleabilidad de la comunicación como disciplina y posiblemente, incluso, la necesidad de que se mantenga su indefinición como espacio de convergencia entre vertientes antaño disímiles de las ciencias sociales y las tecnologías.

7. El estudio de los medios que concurren y se expanden en la sociedad de la información implica la fascinación de lo novedoso. Al observarlos, dicho sea en séptimo lugar, con frecuencia nos sentimos pioneros porque hay mucho de exploración inédita y de identificación de nuevas expresiones sociales y culturales en el atisbo de estos medios. Sin embargo tenemos que mantenernos alertas para distinguir lo auténticamente inédito de tendencias e inercias ya conocidas en el estudio de la comunicación. Estamos ante medios cuya originalidad tecnológica no siempre significa prácticas comunicacionales realmente nuevas.

8. Pero indudablemente hay tendencias originales que podrían trocarse en nuevos usos sociales y culturales cuando por ejemplo, a pesar del entrañable aprecio que muchos de nosotros tenemos por la tinta y el papel, cada vez hay más documentos, incluso libros, que circulan exclusivamente de manera electrónica y que jamás serán impresos ni leídos de manera convencional. Algo está ocurriendo cuando en Japón algunas de las novelas de mayor difusión en los meses recientes fueron escritas para ser leídas en el teléfono móvil y han sido descargadas, en algunos casos, por más de 20 millones de personas. ¿Qué complejidad dramática, cuál lenguaje y con qué sintaxis pueden tener esas novelas que se leen en el móvil y se conservan en el disco duro de las computadoras? Algo cambia, también, cuando para centenares de millones de personas en todo el mundo las redes sociales de las que forman parte en Internet complementan de manera insustituible a las formas de relación presenciales y cara a cara de las que ya disponían antes de MySpace o de la concurrencia a salones de chat.

9. A quienes nos interesamos en el estudio de la sociedad de la información nos corresponde no sólo inventariar sino, además, tratar de entender el alcance de esas transformaciones. Estamos no sólo ante una multiplicación inédita y formidable de las opciones de consumo cultural sino ante formas distintas de apropiación de los productos de esa índole. Ahora, por ejemplo, los aficionados a un determinado tipo de música pueden elegir una sola melodía y no necesariamente todas las que están incluidas en un disco, de la misma manera que los interesados en un libro pueden seleccionar un capítulo en línea y no necesariamente todo el volumen. Esas nuevas formas de apropiación implican mayor libertad en el consumo pero también la segmentación e incluso la atomización, en la práctica, de las obras culturales. Es preciso entender esos fenómenos sociales y culturales en sus variadas dimensiones. Así, en un tema adyacente al que hemos mencionado, por lo general, existe más preocupación por los derechos de autor (a los que se confunde con las ganancias de las empresas) que por los derechos de las audiencias.

10. En el estudio de los nuevos medios y de la sociedad de la información tenemos, en décimo lugar, la necesidad de trascender los lugares comunes que frecuentemente les hemos impuesto. Hemos creído, sin indagar lo suficiente, que Internet tuvo un origen puramente militar, que con la red estamos ante un advenimiento fatal y promisorio de la interacción entre emisores y receptores, que estos recursos modifican radicalmente los quehaceres político, cultural y periodístico, o que resultan inevitablemente democratizadores. Sin embargo, en los mencionados ejemplos, el nacimiento de la red de redes no estuvo tan supeditado a intereses del Pentágono como a menudo se dijo, la interacción que hace posible ha sido aprovechada por unos cuantos de sus usuarios mientras la gran mayoría sigue limitándose a un consumo pasivo de contenidos, el periodismo sigue y muy probablemente seguirá siendo realizado por profesionales de ese oficio que se nutrirán de abundantes fuentes de toda índole entre ellas blogs y otros recursos en línea, y por lo pronto Internet ha servido como espacio de información y discusión aunque, en lo fundamental, la conformación de la cultura cívica en nuestras sociedades sigue dependiendo de los ámbitos de socialización y medios de comunicación convencionales. En el otro extremo, hay quienes se limitan a mirar exclusivamente los efectos alienantes de espacios como los blogs y dispositivos como los iPod, o la capacidad de Internet para propagar contenidos basura, delitos y pornografía. En esa tendencia a frasear y luego reiterar lugares comunes influye mucho la ya señalada tentación maniquea, que con frecuencia se reduce al enfoque tremendista o al de índole complaciente. Pero la práctica de simplificar el análisis de estos asuntos también se debe al apresuramiento con que a menudo (sujetos como solemos estar a exigencias, agendas y sistemas de evaluación académica un tanto compulsivos) debemos resolver nuestras tareas de investigación.

Empeñarnos por aprender de la Sociedad de la Información para aprehender cabalmente sus significados sociales y culturales, tomar distancia respecto de manifestaciones triviales o anecdóticas sin perder la dimensión real de sus implicaciones, reconocernos en esa Sociedad de la Información sin olvidar que cuatro quintas partes de la humanidad siguen al margen de estos beneficios digitales y mediáticos, acaso nos permita contribuir para que además de datos este entorno tecnológico y cultural propague reflexiones. Todos estaremos de acuerdo en que es preciso lograr que la sociedad de la información lo sea también del conocimiento. Desde la investigación de estos temas, tenemos la oportunidad de favorecer la reflexión por encima de la negación o la estupefacción ante ellos. Podemos en suma, desde la investigación de los medios, coadyuvar a construir una sociedad de la argumentación y la deliberación.





Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
rtrejo@servidor.unam.mx

Participación en Investigar la Comunicación, Congreso Fundacional de la Asociación Española de Investigación de la Comunicación. Santiago de Compostela, 31 de enero de 2008.

Toamada de la edición en línea de la revista etcetera
disponible en: http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=684

jueves, 26 de marzo de 2009

LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIA

VISTA de manera muy general, la ciencia moderna está basada en tres elementos distintos, que aparecieron en tiempos muy diferentes durante la evolución de nuestra sociedad. Estos tres elementos pueden identificarse de varias maneras, pero una de las más claras es presentándolos como tres renuncias sucesivas a sendas posturas filosóficas que en sus épocas se juzgaron inexpugnables. Tales renuncias pueden caracterizarse de la manera siguiente: 1) renuncia a las explicaciones sobrenaturales de los fenómenos propios de la naturaleza; 2) renuncia a la búsqueda de respuesta a las grandes preguntas, como por ejemplo, ¿de qué está formado el Universo?, o ¿cuál es el destino del hombre?; 3) renuncia al intento de contestar cualquier pregunta (grande o pequeña) sobre la naturaleza por medio del uso exclusivo de la razón.

I) El primer paso en el desarrollo de la ciencia ocurrió en Grecia hace unos 25 siglos (en el siglo V a. C) cuando un pequeño grupo de pensadores conocidos como los filósofos presocráticos empezaron a abandonar sus creencias primitivas y mitos tradicionales sobre la creación del mundo y la naturaleza de todas las cosas, y a sustituirlos por teorías que no tenían elementos divinos o sobrenaturales sino que se limitaban exclusivamente a los componentes propios de la realidad. Se dice que la ciencia y la filosofía se iniciaron cuando Tales de Mileto (siglo VII a. C.) propuso: "Toda la realidad está formada por agua" como respuesta a la antigua pregunta sobre la composición del Universo. Aunque se antoja que la proposición de Tales de Mileto es demasiado simple para constituirse en el cimiento de toda la ciencia y de toda la filosofía, no es el contenido de la frase sino su sentido general lo que la hizo importante, y no es lo que dice sino lo que excluye lo que la hizo inmortal. En efecto, Tales no habla de Titanes, de Zeus o del Olimpo; su única referencia es a un elemento de la realidad; su proposición se refiere al mundo natural y por lo tanto posee una virtud insigne: se puede examinar objetivamente para determinar si es cierta o no. Otros filósofos presocráticos, como Anaxímenes, Anaximandro, Parménides, Empédocles, Alcmeón, etc., hicieron otras proposiciones, distintas a la de Tales en su contenido pero semejantes en su renuncia a elementos sobrenaturales. En la historia del pensamiento científico, éste es indudablemente el paso más importante porque lo hace posible.

II) El siguiente paso en la evolución de la ciencia fue el más prolongado y probablemente el más doloroso, porque culminó con la abdicación de la filosofía como Regina Scientiarum y el surgimiento de los distintos precursores de las diferentes ciencias actuales. Se carateriza por la sustitución de las grandes preguntas sobre la naturaleza por otras menos ambiciosas, más simples y aparentemente intrascendentes, pero con una propiedad maravillosa: eran (y son) potencialmente susceptibles de respuesta. En los muchos siglos que tardó esta transformación el mundo occidental vio el surgimiento, la gloria y el colapso del helenismo, la aparición y el derrumbe del Imperio romano, la hegemonía política y espiritual de la Iglesia católica, la irrupción y el dominio del Islam en Europa. Sin embargo, renunciar a las grandes preguntas era necesario pero no suficiente para que surgiera la ciencia, sobre todo cuando persistía la idea de que las respuestas correctas podían ser generadas por puro raciocinio. En otras palabras, el principal y único instrumento utilizado para explorar a la naturaleza era el cerebro del investigador, quien pensando intensamente y obedeciendo el principio de la consistencia lógica interna podía descubrir la verdad sobre los fenómenos naturales. Este fue el "modo griego de mirar al mundo", que con frecuencia se identifica con el método científico. Es indispensable afirmar con toda vehemencia que tal postura es característica de la filosofía, pero que no tiene nada que ver con la ciencia; de hecho, se trata de una postura típicamente anticientífica.

III) Después de la renuncia a las explicaciones sobrenaturales de la realidad, y de la renuncia a las grandes preguntas sobre la naturaleza, lo que todavía faltaba para que surgiera la ciencia moderna era la renuncia a la autoridad de la razón. Esto no quiere decir (de ninguna manera) que debía hacerse sitio a la sinrazón; lo que significa es que debía aceptarse que, para entender a la realidad, la razón es necesaria pero no suficiente. El elemento que falta es absolutamente indispensable para que la ciencia exista, es una conditio sine qua non; me refiero a la experiencia, al contacto continuo con la realidad por medio de observaciones, comparaciones, analogías y experimentos. La ciencia es una actividad humana creativa cuyo objetivo es el conocimiento de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento; este producto se confirma cuando hay consenso sobre su validez en el seno de la comunidad científica experta. Tal consenso se basa sobre todo en la reproducibilidad de los datos, cuando se siguen las indicaciones especificadas al respecto. La razón es necesaria, pero la verificación objetiva de los fenómenos es indispensable. La esencia de la ciencia es la experiencia, que debe ser pública y reproducible. En la ciencia, la única que siempre tiene la razón es la naturaleza; el oficio del científico es entenderla.

Perez Tamayo, Ruy. (____) En busca de Minerva. SEP-FCE-Conacyt, México

Piloto reza durante aterrizaje forzoso y mueren 16

El tunecino Chefik Gharbi fue sentenciado a 10 años por homicidio, luego de que en 2005 perdiera el control de su aeronave, y en lugar de maniobrar, se puso a orar para que su Dios los salvara

El piloto tunecino que se puso a orar en lugar de aplicar las medidas de emergencia antes de que se estrellara su avión de alquiler en el mar, causando la muerte de 16 personas en Sicilia en el 2005, fue encontrado culpable de homicidio.

La caja negra del aeroplano demostró que Chefik Gharbi perdió el control de la situación, cedió el mando de la nave al copiloto y se puso a rezar, según fuentes de la prensa italiana que reproduce la agencia Associated Press.

Gharbi y el copiloto, quien también fue encontrado culpable, están entre los 23 sobrevivientes de la tragedia y fueron condenados 10 años en prisión luego de que las autoridades determinaran que ninguno de los dos llevó a la práctica las medidas de emergencia.

Las autoridades de aviación italianas señalaron que el avión ATR se estrelló el 6 de agosto del 2005, al quedarse sin combustible, pues la bomba de combustible era del modelo equivocado y no indicó que los tanques estaban casi vacíos.

El juez Vittorio Anania, de Palermo, también refirió que fueron errores humanos los que ocasionaron el accidente, por lo que encontró a Gharbi y al copiloto Ali Kebaier culpables del cargo de homicidio.

Los informes señalan que otras cinco personas, entre ellas ejecutivos de la aerolínea, fueron hallados culpables y recibieron sentencias menores, mientras dos personas de la empresa fueron exculpadas.

"Gharbi está convencido de que hizo lo que pudo para salvar cuantas vidas fuera posible. Enfrentando el peligro, invocó a su Dios, como hubiera hecho cualquiera de nosotros", dijo su abogada Francesca Coppi.

El avión de la empresa Tuninter se estrelló en aguas al norte de Sicilia, Italia. El piloto esperaba hacer un aterrizaje de emergencia en Palermo, pero cayó al mar antes de tocar tierra cuando falló el segundo motor de la aeronave.

vsg

miércoles, 11 de marzo de 2009

Doxa y epistéme

Según su grado de profundidad y su relación a la verdad, los griegos distinguían entre doxa y epistéme.

La doxa u opinión era un conocimiento superficial, parcial y limitado, vinculado a la percepción sensorial, primaria e ingenua. El conocimiento dóxico versa sobre las apariencias, no sobre la realidad. Se trata de un conocimiento fenoménico y, en consecuencia, engañoso e, incluso, falso. De ahí que sea catalogado como un conocimiento inferior, empírico, característico de la gente no instruida, inculta, es el saber vulgar. Actualmente esta valoración negativa sobrevive cuando se homologa a opinión, alsentido común o al conocimiento ordinario que, por su carácter acrítico, asistemático y contradictorio, se opone al conocimiento científico: explicativo, sistemático, metódico y crítico.

Epistéme, por el contrario, suele traducirse como conocimiento científico, pero para los griegos tenía aún el carácter especializado que hoy se atribuye a la ciencia. Para ellos era un saber absolutamente necesario, porque penetraba hasta las causas y fundamentos de las cosas; objetivo, porque dependía de la naturaleza misma y no de nuestras construcciones artificiales; sistemático, porque estaba organizado de acuerdo con parámetros lógicos y racionales: no era el resultado de una mera acumulación sin orden ni concierto. En consecuencia, era un conocimiento pleno, total, no fragmentario ni parcial, ya que versaba sobre la realidad misma, comprendía sus conexiones profundas, necesarias y últimas, de modo que era capaz de dar razón del por qué íntimo de las cosas. El significado de epistéme ha variado a lo largo de los siglos, pero su vieja aspiración de alcanzar unconocimiento cierto, verdaderamente explicativo, bien fundamentado, organizado sistemáticamente y, a ser posible, riguroso y exacto, siguen vivos en las ciencias y la filosofía.

lunes, 9 de marzo de 2009

viernes, 6 de marzo de 2009

La tierra prometida

13 de marzo de 1325


Maldormidos, desnudos, lastimados, caminaron toda la noche y día durante más de 2 siglos. Iban buscando el lugar donde la tierra se tiende entre cañas y juncias.

Varias veces se perdieron, se dispersaron y volvieron a juntarse. Fueron volteados por los vientos y se arrastraron atándose los unos a los otros, golpeándose, empujándose; cayeron de hambre y se levantaron y nuevamente cayeron y se levantaron. En la región de los volcanes, donde no crece la hierba, comieron carne de reptiles.

Traían la bandera y la capa del dios que había hablado a los sacerdotes, durante el sueño, y había prometido un reino de oro y plumas de quetzal: Sujetaréis de mar a mar a todos los pueblos y ciudades, había anunciado el dios, y no será por hechizo, sino por ánimo del corazón y valentía de los brazos.

Cuando se asomaron a la laguna luminosa, bajo el sol del mediodía, los aztecas lloraron por primera vez. Allí estaba la pequeña isla de barro: sobre el nopal, más alto que los juncos y las pajas bravas, extendía el águila sus alas.

Al verlos llegar, el águila humilló la cabeza. Estos parias, apiñados en la orilla de la laguna, mugrientos, temblorosos, eran los elegidos, los que en tiempos remotos habían nacido de las bocas de los dioses.

Huitzilopochtli les dió la bienvenida:

Éste es el lugar de nuestro descanso y nuestra grandeza resonó la voz . Mando que se llame Tenochtitlán la ciudad que será reina y señora de todas las demás. ¡México es aquí!


Eduardo Galeano

jueves, 5 de marzo de 2009

Notas a partir de Los 7 saberes de E. Morin

"Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del futuro debe afrontar el problema desde estos dos aspectos : error e ilusión. El mayor error sería subestimar el problema del error ; la mayor ilusión sería subestimar el problema de la ilusión."

"
Error e ilusión parasitan la mente humana desde la aparición del homo sapiens. Cuando consideramos el pasado, incluyendo el reciente, sentimos que ha sufrido el dominio de innumerables errores e ilusiones."

"
La teoría de la información muestra que hay un riesgo de error bajo el efecto de perturbaciones aleatorias o ruidos (noise), en cualquier transmisión de información, en cualquier comunicación de mensajes."

"
Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados por los sentidos."

"
Al error de percepción se agrega el error intelectual. El conocimiento en forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto de una traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento y por ende conoce el riesgo de error.Este conocimiento en tanto que traducción y reconstrucción implica la interpretación, lo que introduce el riesgo de error al interior de la subjetividad del conociente, de su visión del mundo, de sus principios de conocimiento."

Se podría creer en la posibilidad de eliminar el riesgo de error rechazando cualquier afectividad. De hecho, el sentimiento, el odio, el amor y la amistad pueden enceguecernos ; pero también hay que decir que ya en el mundo mamífero, y sobre todo en el mundo humano, el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad, es decir de la curiosidad, de la pasión, que son, a su vez, de la competencia de la investigación filosófica o científica. La afectividad puede asfixiar el conocimiento pero también puede fortalecerlo. Existe una relación estrecha entre la inteligencia y la afectividad : la facultad de razonamiento puede ser disminuida y hasta destruida por un déficit de emoción ; el debilitamiento de la capacidad para reaccionar emocionalmente puede llegar a ser la causa de comportamientos irracionales.


"Así pues, no hay un estado superior de la razón que domine la emoción sino un bucle intellect « affect ; y de cierta manera la capacidad de emoción es indispensable para el establecimiento de comportamientos racionales.

El desarrollo del conocimiento científico es un medio poderoso de detección de errores y de lucha contra las ilusiones. No obstante, los paradigmas que controlan la ciencia pueden desarrollar ilusiones y ninguna teoría científica está inmunizada para siempre contra el error. Además, el conocimiento científico no puede tratar únicamente los problemas epistemológicos, filosóficos y éticos."